A medida que se fue constituyendo el colectivo, organizamos diversas actividades fuera del manicomio, apuntando a problematizar en la sociedad los prejuicios en torno a la “locura”, buscando una articulación entre el “adentro y afuera” de la institución, dando cuenta además, de las vulneraciones de las que son victimas quienes viven en dicha institución. En este sentido, se realizaron ciclos de cine, charlas/debate en facultades, presentaciones de publicaciones sobre el tema producidas por otras organizaciones, jornadas culturales y radio abierta en parques de la ciudad, actividades recreativas, encuentros de trabajo con integrantes de centros de salud comunitaria, entre otras actividades.
Como punto de partida, desde CAER prima el interés por generar rupturas con el imaginario que existe acerca del "loco"; por ello creemos indispensable el trabajo en la comunidad y con los centros de salud, posibilitando espacios de reflexión y cuestionamiento acerca de las percepciones y modo de abordar la salud mental.
El recorrido por la institución y el conocimiento de su dinámica, nos fue interpelando constantemente y nos sitúa en un proceso de reflexión permanente. Desde allí, intentamos generar prácticas que, en sentido amplio, se orienten en pos de un proceso desmanicomializador, pensado como transformación institucional del abordaje de la salud mental.
Partimos de comprender la complejidad que esto significa, siendo que no se resuelve con simplemente cerrar un manicomio o tirar sus muros abajo, sino que se requiere de políticas públicas que garanticen Derechos, de políticas en el sector de salud que construyan métodos alternativos al encierro, de decisiones políticas que garanticen condiciones materiales, sociales y políticas que posibiliten romper con el “modelo de atención manicomial-asilar”.
Desde CAER, rechazamos rotundamente la exclusión y el encierro como método de cura, y denunciamos, en la sociedad, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, entre ellas: privación de la libertad; abusos sexuales y psíquicos; inadecuada alimentación; condiciones indignas de vida; sobremedicación y chaleco químico.
Como colectivo, nos proponemos a través de la realización de los talleres de arte y expresión (expresión corporal, música, danza, dibujo, cerámica, pintura, lectura, análisis de las noticias, teatro, entre otros) generar un espacio ameno que propicie la comunicación como así también, la manifestación de la actividad artística, de sentimientos y deseos, donde sea posible recuperar la palabra y el valor de la escucha; para así promover una ruptura con la lógica que rige en el proceso de institucionalización (enmarcando en este, toda práctica que lleva a la pasividad, sedentarismo, aislamiento, cronificación del proceso de enfermedad, entre otros aspectos).
Apuntamos a posibilitar que la producción y proyección del trabajo grupal en los talleres, sea una construcción y creación colectiva que trascienda los muros de la institución, es decir, consideramos que es importante la socialización de los trabajos producidos y de lo expresado, como nexo de articulación y punto de inflexión en el abordaje y problematización de la dicotomía dentro / fuera de la institución.
Como colectivo independiente, nos organizamos bajo una modalidad de trabajo en donde las decisiones son concensuadas en espacios de participación como plenarios y reuniones semanales. Partimos desde una perspectiva que tiende a generar un espacio de integración, de construcción colectiva, en el que si bien se reconoce las particularidades de los participantes no son éstas, de ninguna manera, impedimento para el desarrollo de actividades. Consideramos que es fundamental generar condiciones en los talleres desde las cuales se nos reconozca como participantes y/o coordinadores, y no desde un lugar docente o en relación a la jerarquía que impera en los profesionales de la institución, que se construye desde la distancia y en base a una relación paternalista que va más allá de lo profesional quedando en un acto de discriminación y subordinación de las personas que son privadas de su libertad.
En este sentido, creemos que es menester aportar a la consolidación de este espacio integrador que pretende la reapropiación del cuerpo y la palabra, generando una real y efectiva participación activa que le permita salir del enfrascamiento que genera la cronificación del padecimiento.
Los talleres son planificados, según las necesidades e intereses de las personas que participan.
En concordancia con lo mencionado anteriormente, sostenemos que a partir del espacio de taller, intentamos promover un abordaje alternativo del que prevalece en la institución manicomial, que “…en lugar de curación es un lugar de custodia de situaciones sociales”[1].
Coincidimos con el Frente de Artistas del Borda (FAB) en que “…el arte lo que hace es recuperar la capacidad de ser nuevamente persona, obstruida por el encierro en el manicomio, de recuperar los deseos, la pasión y los proyectos de vida dentro del hospital, que de otra forma no tendrían. El trabajo en estos talleres es un trabajo grupal que busca recuperar el vínculo con otros en relación a una tarea. (…) logrando que esa a producción se muestre; ya que con la producción artística sale esa persona encerrada y puede enunciar y denunciar lo que le pasa. Por otro lado, desde lo social, se produce un efecto importante en el imaginario social con respecto a la locura...” [2]
[1] Bauleo, Armando. “Propuesta para sustituir por sistemas de atención en red los Neuropsiquiátricos. Demolición física y mental del manicomio”. En www.pagina12.com.
[2] Revista La Pulseada, 2006
17 nov 2008
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