El principal problema de la Sala H, a nivel edilicio, es que se hunde. Literalmente.Varios de los pisos de las habitaciones tienen ondulaciones de hasta veinte centímetros, con agujeros que incluyen hormigueros.Una de las enfermas de este pabellón explicó lo que muestra la foto: para evitar accidentes se puso encima del agujero un tablón de madera. Casi al final del pasillo, hay una puerta de doble hoja, cerrada con llave desde afuera. Allí, contó la única enfermera asignada a la sala, hay una paciente que padece tuberculosis. Aún no se la ha podido tratar, y debe permanecer aislada para no contagiar a las otras pacientes. Hace unos veinte días que esta en esa situación.Agudos problemasEl pabellón de Agudos consta de un pasillo en forma de "L".
Allí los pacientes deambulan mostrando sus blanquísimos tobillos. Entre ellos, la comisión encontró a un anciano con marcas rojas en las muñecas. Sus ojos, bien abiertos, demostraban una evidente desorientación. "Es el típico que viene de comisaría", explicó un médico.
En la enfermería, el aire es tan sofocante que un viejo ventilador debe dar vueltas en una mañana lluviosa de 15 grados.
Las enfermeras, ansiosas por contar cómo es el trabajo allí, graficaron: "No se imaginan lo que es en verano".
Tampoco hay agua caliente.El techo del pasillo tiene aberturas por donde se cuela agua cuando llueve mucho.
Y ese es el problema especial del pabellón: los trabajdores cuenta que tienen miedo de que, al entrar el agua, algún paciente toque un enchufe o meta los dedos en el tubo de luz.
En la celda de aislamiento, este problema se agrava, ya que su piso está cinco centímetros por debajo del de el pasillo. Con azulejos amarillos en todo su interior, y un fuerte olor a orín, en el momento de la visita la celda estaba desocupada.
No tiene ventanas ni calefacción.
El pabellón tiene 19 camas y llegó a tener 32 pacientes. "El juez, aunque se le dice que no hay cama, manda al paciente", cuentan.